Revalorizar la vivienda es una tarea que se encuentra al alcance de cualquier propietario y que, en teoría, implica una inversión de capital menor de lo que podría parecer. Colocar unas ventanas de pvc que incrementen la eficiencia energética del hogar, dotar a la casa de unas instalaciones de electricidad y fontanería modernas o acondicionar debidamente el suelo y el ambiente de las estancias son algunos de los pasos aconsejables en esta dirección.
No es cuestión de emprender una reforma integral que, además, no es seguro que satisfaga los intereses e incluso los gustos de los potenciales compradores. Tampoco de renovar todo el mobiliario sin ton ni son, puesto que los inconvenientes de precio y espacio pueden superar con amplitud las ventajas obtenidas. No son un incentivo válido para los compradores, ya que estos aspectos más cuantiosos son los que, en último término, abordará el nuevo propietario después de haber efectuado la adquisición del inmueble.
Dejando de lado factores fuera de nuestro control –el número de estancias y su disposición dentro del edificio, la localización de la casa en un entorno urbano más o menos accesible, la disponibilidad de servicios esenciales en el entorno, el ambiente del barrio, la presencia de plazas de garaje, jardines y demás complementos en la comunidad,…-, el propietario puede esforzarse en mejorar el atractivo comercial de la casa mediante sencillos y asequibles remodelaciones que incrementen la comodidad y la practicidad del hogar. En primer lugar se encuentran las ventanas, en demasiadas ocasiones desapercibidas pero que, en realidad, conforman uno de los ejes principales de la habitabilidad y la estética, puesto que son la primera barrera de aislamiento frente a las condiciones climatológicas y el ruido procedentes del exterior y, en consecuencia, también influyen en la eficiencia energética de la casa y el ahorro de dinero asociado a ella. Entre los fabricantes de ventanas, el material que ha ganado mayor prestigio en los últimos tiempos es el PVC. Los motivos de ello es que ofrece un gran rendimiento como aislante térmico –sobre todo respecto del tradicional aluminio, que es buen conductor y por ello necesita romper artificialmente el denominado puente térmico-. Asimismo, se trata de un material de excelente resistencia al paso del tiempo –se estima que mantienen intactas su propiedades durante al menos medio siglo-, que no se corroe y que, además, posee unos componentes elaborados de manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente, cuestión en la que incide por supuesto su capacidad para evitar la fuga de energía desde el interior del hogar. Evitar la pérdida de calor en invierno o la penetración del calor del verano supone, en definitiva, un importante ahorro en calefacción y aire acondicionado. Y es que éste último puede ser un valor añadido para el hogar, pero la inversión es cuantiosa y puede que innecesaria. Otro asunto es la calefacción, bastante más esencial y que, en base a esta eficiencia energética, debe combinar un bajo gasto económico con unas emisiones reducidas por ley y la máxima eficiencia posible. La calefacción es un elemento imprescindible del hogar, sobre todo en regiones de clima frío, y de ahí que su coste económico, sobre todo en sistemas individuales, pueda dispararse por las nubes, provocando que la casa pierda interés en el mercado.
Por otro lado, como comentábamos al principio, la fontanería y la electricidad son servicios esenciales para la calidad de vida de la casa. Por tanto, contar con sistemas eléctricos y de agua actualizados de acuerdo a las necesidades de la vida contemporánea e incluso de la legislación vigente es fundamental para garantizar e incrementar el valor de una casa, puesto que de ello depende el funcionamiento de los electrodomésticos y cuestiones tan básicas como la higiene de los residentes. Respecto al suelo, conviene acondicionarlo porque es uno de los factores de lucimiento estético del hogar así como, por el contrario, una de las imágenes que más penaliza el aspecto de la casa si se halla en malas condiciones. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que una reforma total de suelo o de la pintura de las paredes supone embarcarse en un proceso de alto coste y dificultad, por lo que es necesario calibrar al milímetro hasta qué punto compensa acudir a ello. Es una situación similar a la de la introducción de sistemas de domótica en casa –herramientas de control remoto para ajustar a distancia el nivel de la calefacción, las persianas, las luces y electrodomésticos,…-. También implica un desembolso importante, aunque luego redunda en un ahorro progresivo a medio plazo.