¿Por qué necesita una empresa tener un abogado?

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Todas las grandes empresas cuentan con un departamento jurídico. Igual que tienen un departamento de marketing o un departamento de producción. Este departamento jurídico está formado por un equipo de abogados en nómina. ¿Qué funciones cumplen?

Los abogados son vitales en la vida de una empresa. Son necesarios para su creación, disolución y para resolver los problemas legales que se vayan presentando.

Algunas pequeñas empresas de nuestro país trabajan con una asesoría. Esta se encarga de llevarles los trámites con la Seguridad Social, con Hacienda y la contabilidad. La mayor parte de las asesorías están dirigidas por Graduados Sociales. Estos tienen la facultad de intervenir en algunos juicios de ámbito laboral, pero no tienen capacidad para resolver, por conocimientos y aptitud legal, ciertos conflictos que pudieran surgir con proveedores, clientes o con la administración.

En ese caso, lo que suele hacer la empresa, si la situación lo requiere, es contratar a un abogado que le ha sugerido la asesoría. El abogado interviene puntualmente, recabando la información precisa para resolver el problema. Sin embargo, si la empresa cuenta con unos abogados estables, estos conocen mucho mejor los entresijos y el funcionamiento de la empresa y pueden prestar un mejor servicio. Por otro lado, pueden asesorar al empresario en la toma de decisiones, evitando que esos problemas legales se lleguen a presentar.

Hoy, muchos bufetes de abogados de empresa ofrecen tarifas planas, a las que las pequeñas y medianas empresas se pueden acoger, por una módica cuota mensual, contando con un gabinete jurídico estable, como lo tienen las grandes empresas.

Los abogados del bufete García-Cancho, un equipo de abogados de empresa de Badajoz, nos comentan lo importante que es contar con un servicio integral. La vida de la empresa abarca muchos ámbitos del derecho: laboral, mercantil, civil, relaciones con las administraciones públicas. Un buen servicio jurídico debe estar en condiciones de dar respuesta en todos esos terrenos.

Comentamos tres de sus funciones principales:

Asesoramiento.

Consiste en brindar orientación y asistencia en cuestiones legales que afectan al funcionamiento de la empresa. A la empresa le afectan una gran cantidad de leyes y normativas, que van desde la legislación laboral, las normas propias de su sector, sus obligaciones con la administración o la relación con clientes y proveedores. Es necesario contar con un equipo que esté al tanto de ellas para evitar incumplimientos. Desde ahí, los abogados deben asesorar sobre qué acciones o no debe realizar la empresa para no saltarse la ley.

Un efecto práctico es la redacción de contratos. Se trata de una tarea fundamental en el asesoramiento legal. Los abogados, en este ámbito, ayudan a las empresas a redactar contratos que sean claros, precisos y completos, y que protejan adecuadamente sus intereses. Los contratos pueden incluir acuerdos de compra-venta, acuerdos de licencia, contratos de trabajo, acuerdos de confidencialidad, etc.

Los abogados revisan y negocian los términos y condiciones del acuerdo, y aseguran que estos sean justos y equitativos para las partes involucradas. También se aseguran de que el contrato cumpla con la ley y que refleje claramente la intención de las partes.

Además, en esta cuestión también pueden asesorar a las empresas sobre el cumplimiento de los términos del contrato y sobre cómo manejar cualquier disputa que pueda surgir. Ayudando a resolver los conflictos a través de la mediación o el arbitraje, o mediante la representación de la empresa en un litigio, en caso de ser necesario.

Otro aspecto fundamental es el llamado asesoramiento estratégico. Consiste en ayudar a la empresa en el proceso de una toma de decisiones correcta. Evitando que se produzcan problemas legales en un futuro. De esta forma, los empresarios pueden recabar una consulta legal sobre sus proyectos o planes y ver cómo llevarlos adelante dentro de los márgenes que marca la legislación.

Resolución de conflictos.

Los conflictos son algo habitual. Pueden aparecer por desconocimiento de la ley, o por roces o choques de intereses en la propia dinámica de la empresa. Todo conflicto implica un coste (demoras en la producción, indemnizaciones, sanciones, gastos procesales, etc.). En ocasiones pueden llegar a comprometer la supervivencia de la empresa, de ahí lo importante de saber gestionarlos bien.

El blog para empresas Thik Big nos habla de lo que, según ellos son los conflictos más habituales en las empresas españolas:

  • Mercantil-Societario. Muchas empresas carecen de mecanismos que protejan los derechos de todos sus socios. Por ejemplo, una empresa participada al 50% por dos socios (algo muy habitual en las PYMES), puede verse seriamente comprometida en el momento en que los socios no se pongan de acuerdo en la aprobación de las cuentas anuales. Es necesario, para ello, recurrir al asesoramiento legal para suscribir un acuerdo societario. Un traje hecho a medida, que recoja los derechos y obligaciones de cada socio y salvaguarde el funcionamiento de la empresa.
  • Fiscal. La mayoría de los conflictos fiscales surgen por el desconocimiento de las empresas sobre sus obligaciones tributarias, en concreto, sobre las repercusiones que implica su incumplimiento. A ciertas empresas parece no asustarles el riesgo que reporta el que sean detectadas. Por otro lado, existen una gran cantidad de ventajas y beneficios fiscales, de los cuales las empresas no se benefician por no tener un asesoramiento adecuado.
  • Laboral. Sin duda, la relación con los trabajadores es una de las principales fuentes de conflicto. De hecho, cuentan con una administración de justicia propia, la judicatura de lo Social. Dentro de este campo, los conflictos más habituales son las reclamaciones por despidos improcedentes. Salvo incumplimiento flagrante de las leyes, muchos de estos conflictos se resuelven por mediación y arbitraje. Un asunto que se ha puesto de actualidad en este campo es el tema de los falsos autónomos. Las relaciones laborales están bastante controladas por la ley, por lo que las empresas deben ser cuidadosas en todas las acciones que realicen en este campo.
  • Procesal. Consiste en la reclamación por vía judicial de deudas no satisfechas por la empresa. Al montante de la deuda se le suelen añadir intereses de demora e indemnizaciones por daños y perjuicios. Si el deudor no cubre la deuda, se puede iniciar la ejecución de su patrimonio. En el caso de que la empresa se vea incapacitada para efectuar los pagos, se puede recurrir al derecho concursal, abriendo procedimientos como los concursos de acreedores y otras figuras legales parecidas.
  • Contratación Internacional. Las importaciones-exportaciones son otras de las actividades que suelen dar lugar a conflictos. Se debe, en gran parte, al desconocimiento de las empresas de las leyes internacionales de comercio, y a no suscribir contratos que salvaguarden sus intereses. Ciertas empresas tienden a hacer un paralelismo entre la contratación nacional y la internacional. Cuando estas operaciones se realizan en distintos países con una legislación propia. Además, está el paso de la mercancía por aduana, en la que será necesario cumplir ciertos requisitos legales.
  • Actividad económica por Internet. La presencia de las empresas en Internet es un fenómeno creciente. Algunas empresas realizan parte de sus actividades económicas por vía digital. Existe la falsa idea de que Internet es una tierra sin ley. Cuando es todo lo contrario. Está hiperregulado. A las propias normas de comercio electrónico, como la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico (LSSI) se le une toda la legislación en materia de protección de datos. Efectuar actividades de comercio electrónico o de contratación digital requiere, a menudo, un buen asesoramiento legal para no cometer errores que pueden derivar consecuencias económicas graves.

Asistencia jurídica.

Nos habla el blog de Caja Mar de lo importante que es para una empresa contar con una buena asistencia jurídica. Es un servicio que salvaguarda los intereses de la empresa en todo momento.

Hay una tendencia a ofrecer la asistencia jurídica como si fuera un seguro. Un servicio, que en realidad cumple funciones de asesoramiento. La asistencia jurídica es otra cosa, consiste en la representación legal de la empresa ante el juzgado y los tribunales.

En este proceso pueden intervenir otros profesionales jurídicos como los procuradores, que velan porque se cumplan los requisitos del derecho procesal. En este caso, los abogados realizan una serie de acciones específicas, como la interposición de demandas y recursos, recabar pruebas y preparar una estrategia de actuación.

El juicio siempre es el último recurso. En todas las ramas relacionadas con el derecho civil, se intentan resolver los conflictos previamente mediante una negociación entre las partes. En el caso de que eso no sea posible, es necesario contar con abogados que sepan desenvolverse con éxito en el ámbito judicial.

La asistencia jurídica de un abogado en un pleito sobrepasa el simple conocimiento de la ley. Debe recoger toda la información sobre el suceso que ha dado pie al juicio, preparar pruebas, testimonios de testigos y peritos y elaborar argumentos que refuten la exposición de la parte contraria, a fin de defender los intereses de su representado.

Disponer de un servicio jurídico estable e integral, formado por buenos abogados de empresa, es clave para el buen funcionamiento de la empresa. Este servicio puede ser interno, abogados en nómina, o externo, contratando un bufete especializado.

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