Cómo resolver un problema de Fumigación en nuestra Vivienda

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Hace unos días una amiga me preguntaba si me arrepentía de haber comprado mi nueva casa y entrar en una hipoteca con el banco. Ella está acostumbrada al alquiler y es una ferviente defensora de ese sistema frente a todos los problemas que supone ser propietaria de una vivienda estos días.

Aunque entendía muy bien su punto de vista, y compartía muchas de las cosas que me comentaba, lo cierto es que prefería la opción que había elegido de hipotecarme y tener una casa en propiedad.

Sabía que iba a tener que lidiar con muchos problemas, pero podría poner la casa a mi gusto, sería mi pequeño refugio junto al mar. El único problema es que cuando te embarcas en este tipo de aventuras nunca está de más hacerlo con un buen colchón económico. Ese fue mi error, tenía tantas ganas de tener una casa en propiedad que no esperé a tener mucho dinero ahorrado.

Siempre he pensado que al final, siempre encuentras la manera de solucionar todos los obstáculos que aparecen por el camino. Así fue como al despedirme de mi trabajo me encontré con una hipoteca que no sabía cómo iba a afrontar.

Al final, y mientras mi situación económica era algo complicada decidí ponerla en alquiler, así que me convertí en casera.

Y es que al final, tú y tus inquilinos pasáis a formar un pequeño tándem. No tardé en darme cuenta de que la clave está en ofrecerles el mejor servicio posible y ayudarles a que su estancia en su nuevo hogar sea lo mejor posible.

Al encontrar ese entendimiento todo resulta mucho más fácil, de hecho, no quería llevarme muchas de mis cosas de la casa, ya que mi idea era alquilarla de forma temporal y al haber muy buen diálogo y comunicación no hubo ningún problema.

Comunicación. La Clave de una Buena Negociación con tus Inquilinos

Para todos aquellos que se encuentren en esta situación no buscada de tener que alquilar su casa por necesidad, lo único que puedo deciros es que tengáis mucha paciencia y que tengáis siempre una actitud abierta y comprensiva conociendo muy bien tanto vuestros derechos como los derechos de vuestros inquilinos.

En mi caso, el mayor problema llegó a raíz de una plaga de cucarachas, aparecieron en verano. Lo cierto es que me extrañaba mucho al tratarse de una casa muy nueva pero ahí estaba, una plaga de cucarachas nada agradable para los inquilinos que vivían en mi casa en ese momento.

Lo primero que hice, antes de nada, fue investigar qué decía la ley de arrendamiento sobre el tema de las fumigaciones y a quién correspondía correr con los gastos.

Al parecer el arrendador del inmueble tiene la obligación de entregar la vivienda en un estado óptimo, por lo que no debería de existir ningún problema de plagas cuando los inquilinos entran a vivir.

Si este tipo de plagas se producen durante las primeras semanas de estancia de los inquilinos, lo normal es que sea el propietario de la vivienda el que tenga que hacer frente a este tipo de situaciones, y, por ende, sea el encargado de pagar la fumigación.

Por el contrario, si este tipo de plagas se producen transcurridos ya varios meses desde que los inquilinos entraron a vivir, debe ser el arrendatario el responsable de sufragar los costes de la limpieza de la casa, ya que puede haber sido producida por los malos hábitos de las personas que viven en la vivienda.

Al haber entrado hace apenas tres meses, era una situación un tanto complicada para determinar de forma justa a quién correspondía correr con los costes de la fumigación, así que me pareció que lo mejor era compartir los gastos.

Al explicar tranquilamente la situación a mis inquilinos agradecieron mi actitud a la hora de afrontar el problema, de hecho, me encargué de encontrar a la empresa adecuada. Pedí recomendaciones a conocidos y pronto encontré Controlplag, una empresa que se dedica al control de plagas en Almería con más de 20 años de experiencia en el campo.

Gracias a su servicio altamente efectivo el problema se solucionó rápidamente y, al compartir los gastos, no resultó un gasto muy elevado para solucionar el problema.

Lo cierto es que, viendo atrás, es cierto que esto de ser casera conlleva mucho trabajo, y es un trabajo que ha llegado a mí por casualidad, pero en ningún momento me arrepiento de mis decisiones.

He aprendido mucho en el proceso, sobre todo aprendes a ver lo importante que es responsabilizarte de tu parte de trabajo y de lo gratificante que es entender que una vez que estás al servicio, no importa tanto en qué, lo importante es hacerlo bien.

 

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